lunes, 8 de noviembre de 2010

NO SABES LO QUE QUIERES (y cuando lo sabes, te acojonas)

Lo siento, pero es así.

Todos hemos sentido esta sensación: estás sentado en la grasienta barra de un bar, bueno, rectifico, en la barra del mismo bar todos los fines de semana delante de una fiesta de vasos vacíos recién violados por los serpenteantes movimientos de tu lengua.

Es una noche como cualquier otra, o al menos lo era antes de que tu mirada levantara la cabeza ante el ruido de la puerta que separa el lugar que has convertido en tu resguardo de la sociedad ese día, ya que ésta se ha abierto y deja oír el desmotivante gentío automovilístico del exterior, el tan desgraciado exterior, dejando pasar a una persona, posiblemente de distinto sexo. Se desliza en tu dirección, tu apenas le dedicas una mirada (por alguna extraña razón se suele mirar a los pies) agarras a tu querida acompañante de vidrio y le das un gran sorbo, miras a la persona que se sienta a dos taburetes más allá y tu débil cerebro capta mal el mensaje:

-EL MENSAJE: tienes que reproducirte para salvar tu especie

-TU PERCEPCIÓN: cre…creo que me he enamorado.

Así es, no eres un héroe nacido para salvar princesas o el mundo (suele motivar más lo anterior). Tampoco has nacido para servir a un tío que vive en el cielo y que te dice: “pórtate bien, sé bueno, dí no al aborto pero si trabajas en mi institución puedes tocar niños hasta que te salgan sarpullidos en las manos. Disfruta de esta vida de mierda y tendrás una bonita parcela en los campos elíseos del cielo”.

Por alguna razón, ya sea tanta estereotipación en el cine, llamamos cualquier sensación de aprecio ante cualquier persona que haya echo menos por ti que… yo que sé.. tus padres, como un ángel de la guarda y crees que va a ser la que te salve de tu tan aburridamente asumida simpleza que tienes por vida, y esos jugos cerebrales que promueven esa sensación, que no es más un mensaje de tu instinto, nosotros pensamos que nos ha pasado algo maravilloso, tan bello como un cuadro expuesto en un museo (¿?), algo que todos llamamos: AMOR.

Gritemos todos juntos: ¡¡¡GRACIAS WALT DISNEY¡¡¡(todos los derechos reservados)


Retomemos la situación: estás en un bar, acaba de entrar la chica de tus sueños, de repente mira alrededor del lúgubre espacio y durante una milésima de segundo su mirada se cruza con la tuya. De repente, una voz , llámala destino si quieres, te susurra algo al oído:

“te ha mirado, es la madre de tus hijos, ve a decírselo”

Respiras hondo, das otro sorbo a tu amigo líquido olvida-fracasos, te levantas con decisión, la barrera de aire de tres metros que os separan se resquebraja con tus enormes pasos, estás mascando la decisión y tu cuerpo expresa virilidad hasta por las pestañas, ni siquiera te has parado y la agarras del brazo con tanta fuerza que no puedes evitar ser sutil con ese gesto, un gesto que recuerda la esgrima, mantienes la tensión mirándola a los ojos en silencio, en ese momento el tiempo da igual, puedes llevarte así dos horas que si lo haces bien esperará a que hables por miedo a que la mates, después de todo eso ya estás preparado para decir lo que piensas, mírala a los ojos, abres la boca y…


“estooo…..¿vi-vienes mucho por aquí?


Conclusión: Si te deprimes porque la chica que no conoces, pero que compartirías tu vida con ella te ha dado una patada en las canicas que tienes por huevos en lugar de deprimirte porque te expresas como si tuvieras un falo chorreante en la boca, amigo, usted por definición del diccionario es un capullo.

Venga una vez mas: ¡¡¡GRACIAS WALT DISNEY¡¡¡¡



4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Mola tu forma de pensar, deberia haber mas gente como tu.

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  3. Quieres reproducirteeeee
    y necesitas urgentemente una teta
    (al menos).


    Walt Disney y Cristo tienen la culpa de todo.

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